La anarquista nihilista no tiene que fingir que pertenece a una Historia o un Movimiento, sino que ella elige cómo será su vida a su manera, con los métodos que ella sola elija con lxs cercanos que la rodean. No pone excusas para organizarse en un grupo íntimo de dos o tres de sus mejores amigxs. Su potencial creativo circula al nivel que ella elige y dispone, son cocreados por aquellxs que han decidido entre ellxs que estarán juntxs en algunas acciones o relaciones. Ella sabe que ilegalismo e informalidad le van bien y no espera nada de la democracia, llamar a las masas o a la acción de masas.
La vida ya le facilita el espacio para su pensamiento-acciones. Ella se ha convertido en la muchedumbre y, dentro de ella, ha anulado el tiempo y la sociedad, puede hacer lo que ella quiera, si pone la mente en ello y acepta las consecuencias. Nadie sale de la vida con vida. Vivir o morir, y tener la vida de un enemigo en sus manos – ella elige apretar el gatillo o no. Su vida es suya. Ella no es víctima, sino agresora. El enemigo vivirá y morirá a su elección, no a la de ellxs. Todo se decide de acuerdo a su voluntad, que es ella sola. No tiene más estrategia que aprovechar sus oportunidades; y sin tácticas sino que su dignidad y determinación hára triunfar contra todo pronóstico.
Con los métodos que mejor le van a cada individux, vinculadxs a través de la acción más que la identidad, ella sigue sus malas pasiones (1) hasta el infierno, y nadie puede hacer nada para evitarlo.
L
(1) Ver Edizioni Cerbero, “Malas pasiones – Los derechos del ego – Desde una perspectiva anticristiana”, página 57 de Mapeando el Fuego